Sabida es la profunda admiración que Karl Marx tenía por la obra literaria de Honoré de Balzac. Yo, por mi parte, ando, desde hace meses, enredado en leer (o, en algunas de sus partes, releer) por completo La comedie humaine. En este afán, estaba el otro día leyendo el relato Gobseck, que tiene por protagonista al usurero del mismo nombre, y me topé, en uno de los monólogos que el personaje dirige al narrador, con la declaración que a continuación transcribo: