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jueves, 9 de marzo de 2017

Luther (Neil Cross, 2010-2015), o los recurrentes fantasmas del sexismo


Tan sólo unas líneas para llamar la atención sobre un fenómeno harto curioso (y, en mi opinión, también significativo) que sucede en esta serie. Luther se presenta como una obra explícitamente adscrita al género criminal. En la que se narran las aventuras, experiencias y angustias de un experimentado policía: torturado, inquieto, anticonvencional... en fin, como ordenan, justamente, los cánones más convencionales de la narrativa de género contemporánea.

Hasta aquí, entonces, nos hallamos con otro producto más (éste, de la BBC) de temática y hechura convencionales, en el que -como tantas veces- el entretenimiento se disfraza de profundidad con pretensiones...

Ocurre, sin embargo, que para cualquier espectador(a) mínimamente avisad@, lo que contempla cuando ve la serie completa es, sí, ese producto más o menos convencional que resultaba esperable. Pero también, además, una auténtica -y llamativa- exhibición de los fantasmas del sexismo.

En efecto, bajo todo punto de vista, el hecho de que prácticamente todos los casos policiales en los que interviene el inspector John Luther (Idris Elba) sean de violencia contra mujeres por parte de varones resulta notable. Como lo es igualmente el hecho de que, según se nos muestra en la narración, lo que parecería ocupar la mente de Luther en todo momento es su "misión" de proteger (¡como buen varón!) a las mujeres contra la violencia, tanto en su actividad profesional como en sus actividades cuasi-ilegales, como, en fin, en su vida privada. De manera que sean sus esfuerzos para protegerlas, y su incapacidad para lograrlo por completo, aquello que le caracteriza como personaje "problemático". Tan problemático que sólo parece hallar la paz al lado de una mujer tan "poco femenina" como es Alice Morgan (Ruth Wilson), la asesina en serie que le ayuda y protege, que le comprende y acepta, que parece estar enamorada de él...

Varones luchando para preservar la integridad del cuerpo de las mujeres, frente a otros varones que se lo disputan: está claro en dónde concentra la narración la agencia y dónde, en cambio, ubica la escenificación de la victimización

Me pregunto qué es lo que lleva a un guionista a convertir una serie policíaca en un ensayo acerca de los fantasmas del sexismo. Como si fuera esto la única fuente de crímenes, o la más relevante.

Una vez más, el Derecho Penal sirve como herramienta para representar aquella parte de la realidad social (la más transgresora y, por ello, reprimida) que incomoda reconocer como elemento constituyente esencial de la misma. Como representación, como exorcismo... ¿o como invocación?




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