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viernes, 12 de agosto de 2016

Les diaboliques (Henri-Georges Clouzot, 1955): formalizando el nihilismo


Lo más llamativo de una película como Les diaboliques es que, en realidad, todo el enorme interés que posee se apoya en un fundamento de índole formal que resulta, además, extraordinariamente tenue.

En efecto, hay que reconocer que la trama de la película resulta, en última instancia, más bien vulgar, manida. Y, sin embargo, la narración posee una gran potencia, constituye una carga de profundidad en toda regla: evidentemente, una carga de profundidad ideológicamente anti-burguesa, de amoralidad.

Carga que, de hecho, se apoya en el empleo por parte de Henri-Georges Clouzot de dos recursos formales extremadamente endebles, pero efectivos. De una parte, elige iniciar la diégesis prácticamente in media res: la situación que da lugar al drama (ese envenenado conjunto de relaciones de pareja, sexo, dinero, dominación y -aparente- compañerismo) está ya perfectamente delineada en los primeros instantes de la película, y apenas evoluciona a lo largo de su trascurso. Nos hallamos, pues, ante personajes decididos, todos ellos, a acometer y a llevar hasta su fin los proyectos -criminales- que cada uno de ellos tiene en mente, y la narración deja claro (por omisión: al no hacer referencia en ningún momento a cualquier otra posibilidad alternativa de acción) que todo habrá de transcurrir, para bien o para mal, por esa vía.


Este fatalismo que rezuma la historia queda aún más reforzado, en toda su violencia implícita, por otra opción llamativa del director, cual es la de prescindir casi por completo de cualquier música extradiegética de acompañamiento. Las acciones y los diálogos (ellas como ellos, enormemente ponzoñosos de por sí) resaltan así, en su amoralidad, ante los ojos y oídos del/a espectador(a). Restallando, una y otra vez, en el silencio ambiental, destacando como lo que son, sin adornos ni comentario de ningún tipo: acciones e ideas de gentes desesperadas y que no creen en nada que no sea la satisfacción de su placer y anhelos (avaricia, miedo, odio) más inmediatos.

De este modo, merced a estas manipulaciones formales, una intriga homicida de lo más corriente se convierte en un auténtico ensayo -tan clarividente como cáustico- en torno a la desesperanza, la amoralidad de la vida cotidiana contemporánea, las mentiras de la "respetabilidad" y el sinsentido de existir sin alguna otra motivación que sea capaz de conferir(nos) algo de dignidad.

Se puede ver la película completa aquí:




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