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martes, 14 de junio de 2016

James Ellroy: Lloyd Hopkins Trilogy


Primera de las varias series de novelas en las que, desde entonces, James Ellroy viene organizando su obra narrativa, compuesta por tres libros (Blood on the moon, Because the night y Suicide Hill -hay traducción castellana de las tres en Júcar), la Lloyd Hopkins Trilogy -y, muy particularmente, la última de las tres novelas- viene a constituir una suerte de elaboración casi perfecta del mito del policía.

En efecto, el personaje del sargento Lloyd Hopkins, infatigable investigador de homicidios, aparece presentado en esta trilogía bajo aquellos rasgos que, seguramente, harían las delicias de cualquier propagandista de la ideología policial: un varón duro, pero tierno; un infatigable perseguidor de su deber (esclarecer los delitos e identificar y aprehender a los delincuentes); violento con quienes tiene que serlo, pero también magnánimo y clemente con "l@s inocentes"; atractivo para las mujeres, pero inseguro y siempre fracasado en sus relaciones; que se salta las reglas, pero siempre por una buena causa; un "lobo solitario", que desprecia las limitaciones burocráticas y las posibilidades de promoción y de medrar, sacrificándolas siempre, con grave riesgo de su carrera profesional, en pro de su "sacrosanta misión"; ... Y que, en todo caso, siempre alberga nobles y profundos sentimientos, y problemas de conciencia, a causa del sentido ético de sus acciones, y de las irresolubles contradicciones morales a las que se ve abocado, en el ejercicio de su función.

Por supuesto, todo ello apenas mantiene correspondencia alguna con lo que la evidencia empírica nos muestra, acerca de en qué consiste en el trabajo policial, como actúan l@s policías reales, qué intereses persiguen y motivaciones les mueven, a quién sirven, etc.

Pero no importa: nos hallamos en el terreno de la mitología. De un mecanismo ideológico, pues, en cuya virtud l@s policías reales pueden pretender identificarse con este personaje mítico. Pueden pretender encarnar a un héroe, en vez de los sufrid@s y oscuros emplead@s públic@s (a veces, además, al servicio de los más oscuros -y privados- intereses de los poderosos) que en realidad son. Pueden evocar una pretendida justificación (cuasi-teológica, en esa supuesta misión de "lucha contra el mal" absoluto) para sus violaciones de la ley y de la ética, en nombre de un bien superior.

Por todo ello, me parece que se trata de una serie de obras que -además del placer estético que pueda producir su lectura- resultan de obligada revisión, en cualquier análisis crítico que se pretenda realizar acerca de la construcción del discurso policial.


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