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miércoles, 12 de agosto de 2015

Bernie (Richard Linklater, 2011)


Por desconocidas -al menos, para mí- razones, se estrena ahora en España esta película que Richard Linklater dirigió allá por 2011.

Se trata de una sátira, un tanto obvia,  en torno al ideal de comunidad perfectamente armoniosa, tan presente en la ideología hegemónica, esencialmente conservadora, en los Estados Unidos (pero también, en diferentes versiones, algunas de ellas sedicentemente progresistas, también entre nosotr@s).

En efecto, Bernie Tiede (Jack Black) es, o pretende ser, el "perfecto ciudadano": respetuoso con las leyes, atento con sus conciudadan@s, comprometido con las causas comunitarias, jamás pone en cuestión las normas ni las estructuras de poder,... De este modo, se convierte en el ciudadano más popular, el más querido por las personas "decentes" y "de orden". Hasta que halla la horma de su zapato en una egoísta anciana (Shirley MacLaine) que, a cuenta de su sumisión, le convierte auténticamente en su esclavo. El desenlace será dramático, pero también ambiguo: ¿no comprenderíamos tod@s (tod@s l@s que adoptemos su misma actitud sumisa) la reacción de Bernie ante el "abuso" por parte de aquell@s a quienes sirve?

Una sátira, pues, acerca (tal vez del conservadurismo texano, aunque esto, visto desde aquí, resulte anecdótico -difícil pensar que Texas resulte mucho más conservador que lugares que tenemos aquí mismo-, pero, sobre todo) de una cierta actitud, individual y colectiva, de "lealtad" con una sociedad injusta, opresiva e hipócrita, y sobre la imposibilidad de mantener con coherencia tal actitud sin incurrir en contradicciones (y, al cabo en tragedia).

Todo esto resulta interesante, desde el punto de vista ideológico: no muy original, pero sí interesante. Ocurre, sin embargo, que, en términos formales, la sátira de Linklater resulta excesivamente plana. Los personajes, en efecto, apenas están descritos, parecen más bien estereotipos que otra cosa. Muy particularmente, apenas se profundiza en las características psíquicas, sociales y biográficas de los dos protagonistas (y, señaladamente, Bernie).

Con ello, la sátira acaba por resultar demasiado fácil: caricaturizar caricaturas es siempre sencillo, lo verdaderamente difícil es caricaturizar, certeramente, a (personajes descritos como) seres humanos. Y, a este respecto, hay que decir que Linklater fracasa estrepitosamente (si es que en verdad fue tal su objetivo, de lo que hay razones para dudar).




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