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martes, 18 de junio de 2013

Blog (Elena Trapé, 2010)


Probablemente, con Blog nos hallamos ante una de las más conseguidas exploraciones que el cine ha realizado acerca del universo mental de la adolescencia (femenina, además, en este caso). Y ello, por dos razones, una de índole temática y otra de carácter formal.

En primer lugar, desde el punto de vista temático, Blog se esfuerza en otorgar el monopolio del discurso cinematográfico (de la palabra, pero también de las acciones, y de la significación que a las mismas ha de atribuirse) a las adolescentes mismas. Ello se aprecia no sólo en la ausencia de paternalismo y/o moralismo (tan habituales: pensemos en ejemplos como Kids -Larry Clark, 1995- o Thirteen -Catherine Hardwicke, 2003), sino también en las propias decisiones acerca de la enunciación: no hallaremos, en efecto, rastro alguno en la película de opiniones adultas acerca de la vida emocional y de las experiencias existenciales de las adolescentes protagonistas de la película que nos son narradas (nos ahorraremos, así, también la retórica existencialista -pienso en películas como Paranoid Park); manteniéndose la narración en un nivel de focalización predominantemente externa, donde el/a espectador(a) se limita a escuchar lo que las protagonistas tienen que decirse y que decirnos.

Desde el punto de vista formal, además, y en coherencia con lo anterior, la puesta en imágenes de la película se lleva a cabo a través de varios recursos que, al tiempo que distancian la narración del narrador, la vinculan más íntimamente a las mentalidades de las protagonistas. Así, por una parte, el empleo de la ficción de que nos hallamos ante una grabación casera de los encuentros entre ellas proporciona a la película un tono más crudo y realista. Pero esto, por sí solo, sería muy poco (estamos, hoy, demasiado acostumbrados al empleo de este truco visual en el cine más comercial -piénsese, si no, en lo que ha ocurrido en el cine fantástico desde The Blair Witch Project hasta hoy). Lo que verdaderamente marca la diferencia es la utilización adicional de grabaciones realizadas por las actrices, en sus domicilios, mediante webcams, en las que expresan a cámara sus sentimientos y ansiedades más íntimas. Este recurso visual, bien complementado por la impresión en pantalla de reproducciones de -ficticias- conversaciones de chats, permite al/a espectador(a) adult@ adentrarse como pocas veces lo ha logrado en las mentalidades adolescentes (que, usualmente, habrá intentado, y logrado, borrar en buena medida de su memoria).

Con todo ello, lo que al cabo descubrimos es, justamente, lo que debía ser (re-)descubierto, y que la película pone negro sobre blanco: que el núcleo esencial de la ansiedad adolescente no estriba en otra cosa que en la extremada dificultad -sentida como tal, cuando menos- de cohonestar, de un modo medianamente equilibrado, la necesidad de integrarse socialmente en la comunidad en la que se vive (en el vecindario, en la escuela, en los centros de ocio, etc.), y de sentirse integrado, con la preservación del propio, y frágil, mundo interior, de emociones y deseos. El/a niñ@ pequeñ@ no siente (en un nivel digno de tal nombre) ni la una ni la otra necesidad. La persona adulta ha resuelto ya el conflicto. (Muchas veces, para mal: renunciando a su mundo interior, convirtiéndose en puro cuerpo, disponible para el poder.) Pero es la adolescencia el momento en el que el conflicto tiene lugar, en toda su crudeza.

Y las protagonistas de Blog lo saben (siquiera sea a un nivel inconsciente) y lo afrontan: de un modo un tanto desnortado, tal vez. Pero lo afrontan. Y, lo más importante, la película es capaz de hacérnoslo ver, y comprenderlo, y aceptarlo (cuando menos, como posibilidad).


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