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jueves, 30 de mayo de 2013

The Spikes gang (Richard Fleischer, 1974)


El western norteamericano estaba, en los años setenta del siglo pasado, volcado ya de forma muy clara hacia dos tendencias: la asunción de la influencia del eurowestern, de una parte; y, de otra, el desarrollo de lo que se dio en llamar "western revisionista", que intentaba poner en cuestión los tópicos que el género había elaborado acerca de cómo habían sido las cosas en el proceso de expansión imperialista del estado norteamericano hacia el oeste. The Spikes gang forma parte, evidentemente, de esa última tendencia.

Si por algo destaca la película es por la capacidad de Richard Fleischer para emplear de forma casi constante un tono próximo a la comedia (desmitificador, por lo tanto), para acabar finalmente por presentar una visión bien amarga, y trágica, acerca del futuro real de los desperados que recorrían las tierras en proceso de colonización, a la búsqueda de riquezas (de mera supervivencia, más bien) y de aventuras.

En este sentido, la historia de The Spikes gang es la historia de una frustrada paternidad: la que los tres muchachos huidos de sus casas en busca de aventuras desearían que Harry Spikes (un, como siempre, excelente Lee Marvin) asumiese respecto de ellos mismos. Pues lo que la historia acaba por mostrar es cómo la filiación no resulta posible. No lo resulta en relación con unos padres biológicos reales, demasiado concentrados en sobrevivir en un territorio hostil (tanto desde el punto de vista natural como desde el social) y dominados por ideologías religiosas sustitutorias como para hacer frente a sus deberes de cuidado respecto de sus hijos. Pero tampoco es posible una filiación elegida: porque, en el territorio por excelencia de la acumulación originaria, nadie puede aceptar voluntariamente la responsabilidad de cuidad del otro y seguir subsistiendo. De manera que -parece querer decir la narración- la condición "natural" (social) del individuo en el marco de un proceso de acumulación originaria es la orfandad... que aboca al desastre, al fracaso, a la miseria, a la muerte.

Todo ello, como decía, tratado por el director con su usual habilidad para, combinando escenas cómicas, de acción y dramáticas, dar vida en la pantalla a la trágica experiencia de esos jóvenes, huidos de sus casas para acabar muriendo, por nada, en cualquier lugar desconocido. Para que la sociedad (de los colonos, de los expropiadores) siga su curso, su proceso de constitución.

Puede verse la película completa aquí:


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