Al contemplar una película como Killing them softly, un@ se ve forzado a preguntarse, muy en serio, qué es lo que verdaderamente vemos cuando vemos una película. O, en otras palabras, qué es lo que queremos ver, y lo que podemos ver en realidad.
Killing them softly es una muestra de cine criminal: en la vertiente que se ha dado en llamar -con vaga e inapropiada expresión- "posmoderna", a causa de su tendencia al engolamiento de la retórica, a regodearse en los tópicos temáticos y estilemas formales más consolidados del género, en pastiches realizados con más o menos gusto, a veces con puntos acusados de tratamiento irónico de los mismos. Quentin Tarantino resultaría ser el padre (si no fundador, cuando menos) más reconocido de la criatura. Aunque también habría que mencionar a Oliver Stone... (Y, en la sombra, a toda una tendencia del cine criminal de los años setenta.)