Recomiendo esta deliciosa novelita de Flann O'Brien a personas que reúnan tres condiciones: 1ª) que tengan sentido del humor; 2ª) que posean algún conocimiento de la literatura europea entre los siglos XVIII y XX; y 3ª) en fin, que estén soberanamente aburridas de los debates sobre "nacionalidades", "identidades", "tradiciones", etc., que vienen mareando al pensamiento europeo desde el siglo XVIII (y al español, muy particularmente, desde los años setenta del pasado siglo).