"¡Que no, que no, que no nos representan!". Una y mil veces se ha repetido -yo el primero- este estribillo a lo largo de estos meses pasados. Y lo seguimos, y seguiremos, repitiendo. Por supuesto, se trata ante todo de un enunciado expresivo: en tanto que tal, pretende manifestar nuestra desaprobación hacia unos líderes políticos sedicentemente democráticos y representativos, que, sin embargo, optan por ponerse
al servicio de los poderes sociales, en contra de los intereses de la mayoría de la ciudadanía.