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viernes, 4 de mayo de 2012

"Danger - love at work", de Otto Preminger: comedia y normalización


Otro ejemplo más de la screwball comedy de los años treinta del siglo pasado; ésta dirigida por el gran Otto Preminger.

Uno, que es un aficionado cabal a este (sub-)género, quisiera reflexionar durante unas líneas acerca del sentido (ideológico, pero también estético) de este conjunto de películas. Acaso, porque los años treinta fueron una época de crisis social intensa, que tal vez pudieran hallar paralelismos en nuestros días.



Las screwball comedies (aquí me refiero a las originales, de los años treinta, no a los homenajes posteriores) han sido estudiadas principalmente desde la perspectiva del remarriage que presentan como trama de la historia -muchas de ellas- y, más en general, de la interacción de pareja ("nuevos" modelos de masculinidad y de feminidad, papel de la modernidad, etc.). Con ser todo ello cierto, me interesaría ahora, aquí, destacar más bien otra faceta de la significación de las enloquecidas peripecias que estas películas presentan: la de la dialéctica entre normalidad y transgresión.

En efecto, lo que comparten películas como His girl Friday, I was a male war bride, Bringing up baby, My man Godfrey, 5th Ave. girl, You can't take it with you o -por no seguir- la que hoy comento es un determinado discurso en torno a la normalidad. En él, uno de los personajes protagonistas vive "una vida loca": poco convencional, contraria a las normas generalmente admitidas acerca de cómo han de ser la pareja, la familia, la vida productiva, etc. Y la historia narrada consiste, en esencia, en un proceso de domesticación (¿the taming of the shrew?), empleando para ello el arma del "amor" (romántico, por supuesto), que conducta a la vida "respetable", conforme con los valores pequeñoburgueses, presentados como el ideal de felicidad.

De este modo, la comicidad de estas películas versa fundamentalmente acerca de lo ridículo de ser diferente. (E, implícitamente, de la conveniencia de esforzarse por dejar de serlo.)

Así, lo que aparentemente circula como un discurso crítico (ese "enloquecimiento" que vuelve a estas comedias tan particulares, y tan divertidas) no deja de encubrir un discurso eminentemente conservador: al cabo, ha de volverse a la normalidad... a la normalización.

No es casualidad, desde luego, que fuesen las represivas sociedades cristianas las que inventasen el carnaval...


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