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jueves, 2 de junio de 2011

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Juan R. Lodares: El lado izquierdo de las lenguas

Este artículo, aparecido en el nº 288 (mayo 2005) de Revista de Occidente, cuenta en detalle la historia del pensamiento lingüístico de la izquierda española (y, en realidad, de toda la europea) a lo largo de los siglos XIX y XX. Narra cómo la izquierda mantuvo tradicionalmente una actitud contraria al pluralismo lingüístico (que era más bien una causa de los sectores ideológicamente más reaccionarios, vinculados a la iglesia católica) y favorable a las "grandes lenguas". Y cómo sólo a partir de los años setenta del siglo pasado la posición tiende a cambiar, hasta llegar a la situación actual, en la que buena parte de la izquierda ha hecho de la defensa del pluralismo lingüístico una bandera, un signo de progresismo.


Movimiento 15-M y "mística revolucionaria"


"La coincidencia entre las acampadas del movimiento 15-M y las elecciones municipales y autonómicas del 22-M permite una representación física del conflicto entre “arriba” y “abajo”.
“Arriba” apesta, como esa nube volcánica que se extiende otra vez por el espacio aéreo europeo. “Abajo” corre aire libre, en esas pequeñas ciudades alternativas, que recuerdan a los zocos, los mercados populares precapitalistas, espacios de la “economía moral de la multitud”, lugares de encuentro, de intercambio, de cooperación. Lugares vivos, pero a contracorriente de los valores dominantes y los poderes establecidos. Tan frágiles que es difícil no sentir preocupación por el futuro de ese nuevo movimiento social que está en embrión y que la izquierda social y política necesita para respirar."
(Miguel Romero, Arriba y abajo)

Hace ya algún tiempo, señalaba yo cómo buena parte del pensamiento de izquierda, abrumado -imagino- por las derrotas políticas, así como por las transformaciones sociales contemporáneas (que, si no han arrumbado con toda la teoría social marxista, sí que han puesto en cuestión varias de sus previsiones más importantes a los efectos de diseñar una estrategia política), ha recaído en una suerte de pensamiento mágico acerca de la política revolucionaria: en el que el wishful thinking tiende a sustituir al análisis sociopolítico; y en el que la revolución se concibe como una suerte de transubstanciación mística, completamente al margen de la evidencia que las ciencias sociales nos proporcionan acerca de cómo (de lenta, de limitadamente) se producen los cambios sociales y políticos realmente. El entusiasmo (y, luego, la decepción) se colocan, en suma, en el lugar que le debería corresponder a la percepción adecuada de la realidad y a la planificación de alternativas de acción política factibles.

Thailand: Reinstate KFC union activists now!

Puedes firmar esta acción de solidaridad sindical aquí: