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viernes, 7 de enero de 2011

"La fille du RER", de André Techiné


Estamos habituados a que, ante la necesidad de representar los fenómenos sociales y políticos en el cine, se recurra a una de estas tres estrategias (me inspiro, alterándola, en la taxonomía que propone Esteban Hernández, en un espléndido texto breve acerca de la película Des hommes et des dieux, en el nº 407 -enero 2011- de la revista Dirigido por): a intentar profundizar en su trama causal, buscando aislar aquellos factores que han conducido hasta el fenómeno (ejemplo: cualquiera de las películas negras de estirpe conductista del cine norteamericano de los años cuarenta -The asphalt jungle sería un buen ejemplar); a detenerse ante el fenómeno como ante algo inefable, maravilloso, incapaz de ser explicado (ejemplo: Gus Van Sant, en Elephant); o bien, finalmente, a integrarlo de forma acrítica, como mera parte de la ambientación de las acciones nucleares representadas (ejemplo: el mismo Gus Van Sant, pero ahora en Milk).


En esta película, sin embargo, André Techiné se desmarca de cualquiera de las tres estrategias, para venir a recordarnos, lúcidamente, que un fenómeno social o político es también una confluencia de acciones individuales, que cobran primariamente sentido a la luz de los deseos y circunstancias de cada individuo implicado en ellas. Y que la significación social, política, vienen luego, a través de un ejercicio de construcción (cultural) y de atribución de dicho significado (frecuentemente ya, además, fuera de cualquier control de quienes fueron los agentes iniciales). Así, la acción política es mucho más que una acción política (como la acción individual es, también, mucho más que ella misma: tiene siempre además significado social y politico).

Y, lo que resulta más importante, dicho recordatorio no aparece plasmado en la película de modo discursivo: al contrario, se deriva del trabajo de puesta en imágenes de la trama narrada.


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