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viernes, 4 de junio de 2010

Una teoría jurídica de la guerra civil: Carl Schmitt



"La guerra civil tiene algo especialmente cruel. Es guerra entre hermanos porque se desarrolla dentro de una misma unidad política que comprende también al adversario y dentro del mismo ordenamiento jurídico, y porque ambos combatientes, al mismo tiempo, afirman y niegan absolutamente esa unidad común. Ambos ponen al adversario absoluta e incondicionalmente en la ilegitimidad. Suprimen el derecho del adversario, pero en nombre del Derecho. La naturaleza de la guerra civil implica la sumisión bajo la jurisdicción del enemigo. Por eso, la guerra civil tiene una relación estrecha, específicamente dialéctica con el Derecho. No puede ser justa en otro sentido que no sea autojustificado, y así, se convierte en el arquetipo de la guerra justa y autojustificada.

De una manera más peligrosa que en cualquier otro tipo de guerra, cada bando se ve forzado a suponer implacablemente su propia razón y asimismo, de modo implacable, la falta de razón del adversario. Un bando hace valer un derecho legal y el otro, un derecho natural. Aquél proporciona un derecho a la obediencia, y éste un derecho a la resistencia. La inserción de argumentaciones e instituciones de índole jurídica envenena la lucha. La intensifica  hasta la última crudeza, haciendo de los medios y métodos de la justicia medios y métodos del exterminio. Se toma asiento en el tribunal para juzgar sin dejar de ser enemigo. La instauración de tribunales revolucionarios y populares no tiende a mitigar el terror sino a agudizarlo. Las difamaciones y discriminaciones legales públicas, las listas de proscripción públicas o secretas, las declaraciones de enemigo del Estado, del pueblo o de la humanidad no tienen el sentido de otorgar al adversario la condición jurídica de enemigo en el sentido de un partido beligerante. Por el contrario, pretenden privarle también de este último derecho. Tienen el sentido de una interdicción total en nombre del Derecho. La enemistad se hace tan absoluta que incluso la arcaica distinción sacral de enemigo y criminal se desvanece en el paroxismo de la autojustificación."

Ex captivitate salus, Carl Schmitt

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